viernes, 19 de marzo de 2010

He vuelto a bookear

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Paola Torres
Actriz Casazul

Gabriela Rivera
Maquillista

miércoles, 17 de marzo de 2010

domingo, 10 de enero de 2010

lunes, 21 de diciembre de 2009

Mellow Yellow (Donovan)





Mellow Yellow

I'm just mad about Saffron
Saffron's mad about me
I'm just mad about Saffron
She's just mad about me

They call me mellow yellow
(Quite rightly)
They call me mellow yellow
(Quite rightly)
They call me mellow yellow

I'm just mad about Fourteen
Fourteen's mad about me
I'm just mad about Fourteen
She's just mad about me

Born high forever to fly
Wind velocity nil
Wanna high forever to fly
If you want your cup our fill

(So mellow, he's so yellow)

Electrical banana
Is gonna be a sudden craze
Electrical banana
Is bound to be the very next phase

They call it mellow yellow
(Quite rightly)
They call me mellow yellow
(Quite rightly)
They call me mellow yellow

Saffron -- yeah
I'm just mad about her
I'm just mad about Saffron
She's just mad about me

(Oh so yellow, oh so mellow) 

martes, 8 de diciembre de 2009

Las Tías, El Tío, Keith y Mi Madre

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Mi Madre y Betty (NJ)



Keith


Keith y Tali

Daniel, a la tía Eva no le gustan las fotos!!!


Delia

 Las Tías

Esta es mi familia paterna, tíos de New Jersey y familia mexicana vistando casa de mi madre, curiosamente se entienden mejor con ella.

domingo, 6 de diciembre de 2009

Mr. Chuck Berry at his best

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Deep down Louisiana close to New Orleans
Way back up in the woods among the evergreens
There stood a log cabin made of earth and wood
Where lived a country boy named Johnny B. Goode
Who never ever learned to read or write so well
But he could play the guitar just like a ringing a bell

Go go
Go Johnny go

He used to carry his guitar in a gunny sack
Go sit beneath the tree by the railroad track
Oh, the engineerswould see him sitting in the shade
Strumming with the rhythm that the drivers made
People passing by they would stop and say
Oh my that little country boy could play

Go go
Go Johnny go
Johnny B. Goode

His mother told him "Someday you will be a man,
And you will be the leader of a big old band.
Many people coming from miles around
To hear you play your music when the sun go down
Maybe someday your name will be in lights
Saying Johnny B. Goode tonight."

Go go
Go Johnny go
Johnny B. Goode

viernes, 4 de diciembre de 2009

Entre Martínez y Martín aparecen langostinos

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Varios años han pasado desde la primera vez que fui a Las Estacas. En aquella ocasión era también la primera sesión fotográfica a la que asistía, una portada para FHM. Daniel, mi entonces jefe me citó muy temprano sobre Insurgentes, aquél día conocí a Alex López, Adriana Ayala, Rock Morgado y Jesús Martínez. Muchos años han transcurrido, Jesús se volvió Chucho y mi jefe, Daniel de mi jefe a un gran amigo y con el pasar de los años Rock, Jesús y yo formamos un buen equipo de trabajo. Tal vez la emoción de aquel día era mucha y muchas las cosas a las cuales tenía que estar atento pero recuerdo que no aprecié la belleza de lugar. Ahora regreso trabajando con Gerardo Cortina o Gudinni o cómo a veces le dicen, Martín y siento que jamás había estado ahí.

Por la noche salimos a caminar, después de sólo media hora, ellos regresaron a sus habitaciones, decidí caminar hacia el lado opuesto. Ni dos minutos había caminado en la oscuridad cuando en el río noté dos linternas prendiendo y apagando y cuatro voces resonando. Dos niños en el agua, un adulto y un pequeñito a pie. Cargaban 2 cubetas, el niño apenas podía sostenerla, el adulto parecía no preocuparle el peso. En un momento nos cruzamos y no pude evitar mirar al interior. Cientos de diminutos ojos negros saltones retorciendose, enormes bigotes y muchas tenazas.  Me contaron que en ese lugar nace el río, 10 metros atrás está el borbollón, el alfa del delta y es el lugar ideal para la vida y reproducción de los langostinos. Pero estos bichos asoman las antenas sólo de noche.

La técnica para capturarlos es muy sencilla, basta con tener una varilla delgada y afilada, sumergirse al fondo y atravesarlos por la panza. La cubeta llena contiene alrededor de 800 o 1000 langostinos y según ellos venderlos a peso cada uno es un buen negocio. Pero estos manjares culinarios no son una presa tan dócil, se defienden y aprietan duro sus tenazas, al mayor le pinchó cerca del pulgar y al más pequeño le marcó la cara, aunque el decía que se había lastimado en el día pero sus hermanos lo delataron con sus risas.

El viaje ha sido maravilloso, el staff muy amable y trabajador. La primera sesión se terminó justo en el límite y fue muy agotadora. Cargaba los centurys en los hombros, a esas horas parece que han multiplicado su peso varias veces, sudaba bastante y tenía mucha sed. Ahí hay algo para ti, dijo Gudinni, una cerveza helada encima de las cajas. Cuesta ganarse el billete, vaya qué cuesta, le contesté.

Al terminar el segundo día, caminando rumbo a las camionetas para partir a México encontramos un columpio sobre el río, Ricardo, Hugo, Gudinni y yo jugamos largo rato, pero a Ricardo le ganó el impulso y se animó a entrar al río en ropa interior. No puede contener las ganas de sumergirme en tan hermoso río así que me columpie y me deje caer al río en boxers.

Ya en la carretera, mi celular sonó, era un mensaje de mi padre, nunca antes había recibido de él alguno y en ese momento caí en cuenta porque la vida que llevo me gusta tanto y me parece tan familiar. Mi padre  por su trabajo tiene que viajar todo el año, conoce cada rincón de la república pero desde niño no vivo con él por eso no había reparado en la cantidad de viajes que realiza, esta vez me mando un mensaje desde Tampico. Es un tipo de vida que siempre conocí, vivir en la carretera, salir varios días por trabajo, el movimiento y los viajes.

Muchas veces me cuestiono si el camino que he elegido es el que quiero para el resto de mi vida, pero días como estos me hacen estar muy tranquilo y muy feliz de tener el trabajo que hago y bastante orgullos de contemplar el camino que he recorrido y el que falta. Cuando Chucho un novato, cuando Gudinni un poco mejor.

Eduardo Islas

P.S. Por primera vez en mi vida me picó una abeja una sensación nada placentera.

lunes, 30 de noviembre de 2009

Break A Bottle Of Wine







Solo, de noche, de vuelta a mi casa en Metrobus, cargando dos mochilas y con un ipod en la mano, no encontré mejor canción para acompañar el viaje.




Stay
(Pink Floyd, Obscured By Clouds)

Stay and help me to end the day.
And of you don't mind,
We'll break a bottle of wine.
Stick around and maybe we'll put one down,
Because I wanna find what lies behind those eyes.
Midnight blue burning gold.
A yellow moon is growing cold.
I rise, looking through my morning eyes,
Surprised to find you by my side.
Rack my brain to try to remember your name
To find the words to tell you goodbye.
Morning dues.
Newborn day.
Midnight blue turn to gray.
Midnight blue burning gold.
A yellow moon is growing cold.

jueves, 26 de noviembre de 2009

TÍterix

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Ensayos para el retrato de Gabriela Villalpando Bonilla, titiritera. Pruebas de luz en mi casa con Beto.























lunes, 23 de noviembre de 2009

American Dreamers (Goran Bregovic/Johnny Depp)

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One thing I was sure of,that my uncle Leo was definitely the hero of my childhood.
The smell of his "Old Spice" cologne carried me back into that lost childhood more than the home movies did.
My uncle didn’t know it, but It was the sweet, cheap smell of car dealers that took me back, and made me dissolve into a dream of the past.
Leo was the last dinosaur that smelled of cheap cologne.
And he believed in the American dream.
I was crazy about him, because he believed in miracles.
And Even though he lived inside of life and sold Cadillacs, he always looked like a ten-year-old boy whose sleeves were too long.
When I was ten, Leo gave me this great movie camera.
And My mother always hoped I'd become the next Milton Berle.
But dreams of houses, and cars, and fresh-cut lawns aren't dreams when they become real.
And somehow I understood what my mother meant by "Good morning, Columbus."
And even if my mother didn't like what I was doing with my life, I think she'd understand.
When I was 11, I got this really weird earache that wouldn't go away.
I went to about a hundred doctors but none of them could help me...
So what Leo did was he went into Mexico, and brought back this fat lady witch doctor who did this mumbo-jumbo and fixed me right up.
I was grateful, but somehow I thought I might've been better off mute.
All in all, I had a very happy childhood.
My father was a border guard, who spent most of his life trying to keep people from crossing lines.
Every night for 15 years, he'd go out and smooth down the road between Mexico and Arizona, and every morning he'd be out there looking for footprints in the dirt.
But my father always said that work was like a hat you put on your head.
And even if you didn’t have pants, you didn't have to walk down the street ashamed of your ass, so long as you had a hat.

And if somebody was to ask me why I don't get up right now and take the next train back to New York, it's because you can't say no to your childhood hero.
I decided to be his best man, but one thing I was sure of :
No matter how much I loved the smell of cheap cologne,
I was never going to become my uncle, and I was never going to sell Cadillacs.

domingo, 22 de noviembre de 2009

Abanico

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Ni maquinitas, ni futbol

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Siempre que abordo el metro en hora de comida, sé que me esperan muchos empujones, pisotones, algún codazo y muchos olores. El vagón estaba lleno a tope, los vendedores ambulantes preferían esperar un mejor momento para vender, el tránsito adentro era imposible pero un vagabundo comprobó lo contrario. No necesitaba abrirse paso a empujones o gritos, ni siquiera le costaba un poco de trabajo caminar. Su hedor a excremento y orina era tan intenso, tan ácido. Estremecía todo el cuerpo, provocaba escalofríos y hacia llorar los ojos. Su ropaje oscuro se componía de retazos de otras prendas, todas tan manchadas que resultaba complicado notar el color original de cada pedazo. Gritaba por unas monedas para poder comer o poder bañarse.

Un joven de aproximadamente 26 años lloraba inconsolablemente recargado en las puertas del vagón, con todas sus fuerzas se aferraba a su teléfono celular. Cuando llegó a su destino corrió desesperadamente hacia la salida.

Un hombre de edad, canoso y rollizo miraba fijamente a través de la ventana, entraba en trance, bajaba la mirada y en voz baja repetía una y otra vez, ni maquinitas, ni futbol, ni maquinitas ni futbol. El tono era tan tímido, tan poco audible que parecía estar penando una condena. A su voz y sus ojos los invadían una impotencia infantil sin llegar a hacer pataletas, parecía que nada había por decir o hacer para cambiar tan penosa situación.  Decía y repetía. De pronto recuperaba el semblante, elevaba la mirada, ahora fuerte, ahora orgullosa, parecía más robusto, incluso un poco amenazante y volvía a mirar a través de la ventana. Transcurrían, tal vez diez minutos y todo comenzaba de nuevo. Esto sucedió varias veces, pero era muy sigiloso, nadie parecía o quería darse cuanta de lo que pasaba. Dudo mucho que haya estado borracho o con algún problema mental, simplemente reflejaba una inmensa tristeza.

Por alguna razón daba la impresión de ser él mismo quien se privaba de esto. Por qué, qué manda cumplía. Tal vez volvió a llegar borracho a casa y su esposa lo amenazaba con largarlo de ahí. Tal vez en el partido anterior decidió ir a la cantina con sus amigos y gastarse cada centavo de la renta o tal vez era un aficionado a las máquinas tragamonedas y estas habían engullido cada peso.

Tantas cosas, tantas historias, tantas personas, tanta fantasía y tanta realidad. Tan grande mi ciudad, tan angosto mi metro, tan maravillosa la gente. Jamás sabré que fue de aquél hombre, sólo que hoy no habrá ni maquinitas ni futbol



Eduardo Islas

viernes, 13 de noviembre de 2009

Levantado del Suelo

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Tenía tal vez 12 años la primera vez que pisé el estado de Oaxaca. Conocí Monte Albán, Mitla, los chapulines, el quesillo, chocolate, pero la ciudad muy poco. En aquella ocasión visitábamos un rancho. Pasamos dos semanas ahí, conocí cómo desgranaban los elotes para trasformarlos en masa y hacer tlayudas. Me paseaba todos los días con los animales, cerdos, burros, caballos y aves con ese olor a estiércol que penetra por la nariz y eriza los cabellos, la sensación es más intensa cuando se procede de la ciudad. Pero lo más significativo  e impresionante fue el día que Ángel, un ranchero de tez morena, bigotudo, muy corto de estatura y con un olor a sudor que lo identificaba desde par de metros, nos llevó a la milpa. La milpas doblaban mi estatura, Ángel caminaba con mucha seguridad, cambiaba de rumbo muy seguido siguiendo un camino invisible para mí.  Aún no era temporada de cosecha pero cortamos varias mazorcas para la comida. Al día siguiente, aún con el sol escondido, nos dirigimos al campo a limpiarlo de hierbas y prepararlo para el arado.

Un vez limpiado a mano, apareció esa bestia enorme y ruidosa, Ángel encima de ella, me apuré a domarla a su lado. La montamos por par de horas, hasta dejar el terreno perfectamente marcado y listo para plantar semilla. Fue en ese momento que descubrí lo feliz y los satisfecho que me hace sentir trabajar la tierra, meter las manos a la tierra, intentar encontrar las entrañas, sacar el fruto, verlo crecer, comer directamente del campo. Sólo después de mucho tiempo pude volver a sentir la misma sensación pero aquella ocasión fue en Villaflores, Chiapas.

Fue en Oaxaca donde aprendí a respetar la tierra, el alimento que nos da, el esfuerzo tan grande que los campesinos realizan para que podamos disfrutar de un buen alimento.  También fue ahí, donde al calor del comal, ¨la abuela¨ me enseñaba a comer con las manos, los cubiertos sólo se usaban para la sopa. A la fecha el placer por comer con los dedos está muy presente, me parece tan familiar, tan primigenio, tan natural, tan normal, a pesar de que mucha veces las hormigas se empecinen en no dejarme hacerlo. Al calor de la fogata, escuchamos las historias de brujas, brujos y nahuales para después tener que cruzar el laberíntico campo de maíz muertos de miedo y así poder llegar a nuestros cuartos. Fue en aquel viaje, fue en Oaxaca...

Ahora vuelvo y quisiera regresar al rancho pero esta vez sólo puedo estar en la ciudad. Aún como con las manos, aún creo en brujas y nahuales. Aún me da miedo y me turba el sueño pero justo en ese momento la veo, sus ojos, su nariz, su sonrisa, la tranquilidad. La beso.


Eduardo Islas

Fantasía Subterránea Para Mujer y Violín

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jueves, 12 de noviembre de 2009

Transporte

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El viaje se pospuso una semana, Gayne venía a México. El viernes 6 partió el camión a las 23:59. Los asientos estaban extremadamente juntos, bastante incómodos, afortunadamente mi capacidad de conciliar el sueño es mucha, puedo dormir prácticamente en cualquier situación pero ella vaya que sufrió la noche. El pasajero de enfrente reclinó completamente su asiento de tal modo que el respaldo estaba justo en nuestras narices. Ella no dejaba de moverse, no encontraba acomodo ni de frente, menos de lado, se movía, se retorcía cual lombriz, subía los pies, lo baja, los volvía a subir, se quitabas la chamarra, se la volvía a colocar, parecía que jamás lograría encontrar una postura cómoda Después de mucho intentarlo, se calmó. Un acorde desafinado sonó, otra más, dos a la vez, uno más fuerte, tres simultáneos, era una orquesta completa, bajo barítono y tenor incluidos, cada uno peor que el otro. Pretendí formar parte de aquel curioso grupo pero ella me frenaba cada vez que lo intentaba. Los ronquidos aumentaban y disminuían. Me quedé dormido, ella también.

El hotel era una hermosura, lleno de color y de flores. Estábamos en Oaxaca. Me abrió las puertas de su mundo, de su gente, me compratió un pedazo de su pasado/presente, me permitió conocer muchos aspectos que pocas veces salen a la luz. Me abrió los ojos, me puso a prueba pero sobretodo, como levadura de pan, me hizo madurar en cuestión de segundos. Está de más escribir sobre lo que vimos, visitamos, comimos y conocimos, esta vez es para mi lo menos importante.

De regreso fueron otras siete horas de camino, al menos eso decía el reloj, pera nosotros fueron tal vez dos. Cargábamos mochilas, bolsas, panes, quesos, chocolates y muchos recuerdos, bajamos del camión, subimos al metro y después un taxi. Ella en su casa, yo en mi cuarto. En qué momento sucedió el viaje a Oaxaca. Qué conocí, que sucedió y cuándo. No lo sé. El tiempo muchas veces se disfraza de tal manera que lo confundimos fácilmente, sigilosamente transcurre evitando ser notado. Cuándo y por qué lo hace o será que nosotros lo disfrazamos, nosotros lo ignoramos y él simplemente sucede.


Eduardo Islas

viernes, 30 de octubre de 2009

El Estudio

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Casi ha transcurrido una semana sin que haya salido trabajo en el estudio. Ayer me presenté a dejar una pila, entré, caminé un par de pasos y todo me pareció tan ajeno, tan excluyente. No pude sentarme en el sillón o salir al balcón, permanecí de pié junto a la columna blanca. El estudio me ha dado, prácticamente, todo lo que hoy tengo. Le estoy infinitamente agradecido empero también me ha creado un sin fin de confusiones. A veces pienso que ser fotógrafo de moda es lo mejor, otras tantas de retrato, algunas ocasiones creo que haciendo books me puede ir bien. Pero sé que lo mío es traer cámara en mano y caminar, a diferencia de Jesús y Rock, no me resulta tan fácil crear fotos, pensar en algún concepto y llevarlo acabo. Hay gente que hace fotografías, y otros quienes tomamos fotografías. Para mí las fotos ya están, el mundo tiene tantas cosas por capturar, tantos momentos, personas y situaciones por documentar. Volver al estudio después de varios días fue muy revelador, fue triste, fue nostálgico, bueno y diferente. Aún no me apartaré pues me queda camino por recorrer, pero creo que comienza a ser tiempo de cambiar los engranes y girar hacia otro lado. El estudio ha sido mi casa, mi techo, ha sido mi escuela, mi juguetería y todo lo que hoy soy profesionalmente se lo debo a mis amigos (Jesús y Rock) y al estudio. Gracias.


Eduardo Islas

martes, 27 de octubre de 2009

Bee's Playground

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“Me miró dulcemente con una media sonrisa. ¿Cómo debe comportarse uno cuando una muchacha extraordinariamente bonita, una muchacha tan atractiva, te mira así? ¿Cómo sostener una cerilla, cómo encender un cigarrillo, cómo estar ante ella, cómo respirar? Eso son cosas que no enseñan en esta escuela. Y los que son como yo, en este tipo de situaciones desesperadas, sufren intentando ocultar los latidos de su corazón.”

La nueva vida. Orhan Pamuk







jueves, 15 de octubre de 2009

Mis Vecinos

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Día tras día llegan temprano a formarse, los más feroz al frente pero no caer en el error de menospreciar a los del final, pues si un camión escolar pasa al lado y por descuido o travesura algún niño se le ocurriera sacar un brazo seguramente terminaría sufriendo la perdida de algún dedo o en el peor de los casos, la mano completa.

Dominan el territorio desde lo alto. Vigilantes silenciosos, tan grandes, tan feroces, tan llenos de color y de energía, provoca pánico y asombro. Los dinosaurios de mi colonia parecen jamás extinguirse, son los mismos siempre. Si tuviera que alejarme de mi hogar por largo tiempo puedo estar seguro que ellos seguirán mostrando las lustrosas garras y los brillantes colmillos cada mañana. Siempre hambrientos, siempre dispuestos me recibirían con una macabra sonrisa.

lunes, 12 de octubre de 2009

Ngubi





El Amanecer de la Mujer Dormida



"Me acordé de que en un lugar del Sáhara vivía un escarabajo pequeño que los tuaregs llamaban ngubi. Cuando el calor aprieta, el ngubi, atormentado por la sed, quieres beber a toda costa. Por desgracia, no hay agua en ninguna parte; alrededor sólo aparece arena ardiendo. Así que, para poder beber, el escarabajo elige un montículo -puede ser la pendiente de un pliegue de arena- y, trabajosamente, empieza a encaramarse a la cumbre. Es un esfuerzo tremendo, un auténtico trabajo de Sísifo, pues la arena, tórrida y movediza, no para de escapársele de debajo de sus patitas, con lo que vuelve a mandarlo abajo, al comienzo de su tormentoso camino de galeote. Por eso, no pasa mucho tiempo antes de que el escarabajo empiece a sudar. En la punta de su abdomen aparece, y se hincha, una gruesa gota de sudor. Entonces el ngubi interrumpe la escalada, se encoge y sumerge su hociquito en aquella gota.

Bebe."

Ébano, Ryszard Kapuscinski

sábado, 10 de octubre de 2009

Remember when you where young...

"De mayor voy a aprender a ser pequeño" (Enrique Ortiz)

No tuve una mala infancia o no lo recuerdo así. Aprendí a hablar inglés antes que español pues vivía en NY. Al regresar nadie quería jugar conmigo, nadie me entendía y todos me apartaban, tenía tres o cuatro años.

Soy hijo único, o lo fui hasta los 15 años. Mi crecimiento fue aislado, desafortunadamente mi apellido ha sido mi estigma. Mis juguetes favoritos eran los rompecabezas y los legos. Nunca conviví mucho. Mi madre solía sacarme de la casa, cerrar la puerta . Me orillaba a jugar con los vecinos. Nunca fui de muchas palabras, tal vez por eso mi capacidad de observación y de escuchar se desarrollaron bastante bien.

Ahora tengo 26 años, las cosas han cambiado, la vida me ha enredado, me ha moldeado. Soy mucho más sociable, tal vez no como me gustaría, pero mi capacidad de observación aún se conserva. Soy fotógrafo, eso pretendo. Me cuesta mucho trabajo nombrarme así, no lo siento pero sé que el día llegará en el que orgullosamente lo diré.

La gente es el ingrediente principal en mi fotografías y la especia con mejor sazón son los niños. Lo inocentes, lo felices, lo contentos, lo sencillo, la fraternidad que tan fácilmente generan, la diversión, las grandes impresiones y dimensiones, la alegría, el ser, sólo ser, el sentir más que el pensar, el actuar, el vivir por el puro gusto de vivir.


Eduardo Islas