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El viaje se pospuso una semana, Gayne venía a México. El viernes 6 partió el camión a las 23:59. Los asientos estaban extremadamente juntos, bastante incómodos, afortunadamente mi capacidad de conciliar el sueño es mucha, puedo dormir prácticamente en cualquier situación pero ella vaya que sufrió la noche. El pasajero de enfrente reclinó completamente su asiento de tal modo que el respaldo estaba justo en nuestras narices. Ella no dejaba de moverse, no encontraba acomodo ni de frente, menos de lado, se movía, se retorcía cual lombriz, subía los pies, lo baja, los volvía a subir, se quitabas la chamarra, se la volvía a colocar, parecía que jamás lograría encontrar una postura cómoda Después de mucho intentarlo, se calmó. Un acorde desafinado sonó, otra más, dos a la vez, uno más fuerte, tres simultáneos, era una orquesta completa, bajo barítono y tenor incluidos, cada uno peor que el otro. Pretendí formar parte de aquel curioso grupo pero ella me frenaba cada vez que lo intentaba. Los ronquidos aumentaban y disminuían. Me quedé dormido, ella también.
El hotel era una hermosura, lleno de color y de flores. Estábamos en Oaxaca. Me abrió las puertas de su mundo, de su gente, me compratió un pedazo de su pasado/presente, me permitió conocer muchos aspectos que pocas veces salen a la luz. Me abrió los ojos, me puso a prueba pero sobretodo, como levadura de pan, me hizo madurar en cuestión de segundos. Está de más escribir sobre lo que vimos, visitamos, comimos y conocimos, esta vez es para mi lo menos importante.
De regreso fueron otras siete horas de camino, al menos eso decía el reloj, pera nosotros fueron tal vez dos. Cargábamos mochilas, bolsas, panes, quesos, chocolates y muchos recuerdos, bajamos del camión, subimos al metro y después un taxi. Ella en su casa, yo en mi cuarto. En qué momento sucedió el viaje a Oaxaca. Qué conocí, que sucedió y cuándo. No lo sé. El tiempo muchas veces se disfraza de tal manera que lo confundimos fácilmente, sigilosamente transcurre evitando ser notado. Cuándo y por qué lo hace o será que nosotros lo disfrazamos, nosotros lo ignoramos y él simplemente sucede.
Eduardo Islas
jueves, 12 de noviembre de 2009
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