Varios años han pasado desde la primera vez que fui a Las Estacas. En aquella ocasión era también la primera sesión fotográfica a la que asistía, una portada para FHM. Daniel, mi entonces jefe me citó muy temprano sobre Insurgentes, aquél día conocí a Alex López, Adriana Ayala, Rock Morgado y Jesús Martínez. Muchos años han transcurrido, Jesús se volvió Chucho y mi jefe, Daniel de mi jefe a un gran amigo y con el pasar de los años Rock, Jesús y yo formamos un buen equipo de trabajo. Tal vez la emoción de aquel día era mucha y muchas las cosas a las cuales tenía que estar atento pero recuerdo que no aprecié la belleza de lugar. Ahora regreso trabajando con Gerardo Cortina o Gudinni o cómo a veces le dicen, Martín y siento que jamás había estado ahí.
Por la noche salimos a caminar, después de sólo media hora, ellos regresaron a sus habitaciones, decidí caminar hacia el lado opuesto. Ni dos minutos había caminado en la oscuridad cuando en el río noté dos linternas prendiendo y apagando y cuatro voces resonando. Dos niños en el agua, un adulto y un pequeñito a pie. Cargaban 2 cubetas, el niño apenas podía sostenerla, el adulto parecía no preocuparle el peso. En un momento nos cruzamos y no pude evitar mirar al interior. Cientos de diminutos ojos negros saltones retorciendose, enormes bigotes y muchas tenazas. Me contaron que en ese lugar nace el río, 10 metros atrás está el borbollón, el alfa del delta y es el lugar ideal para la vida y reproducción de los langostinos. Pero estos bichos asoman las antenas sólo de noche.
La técnica para capturarlos es muy sencilla, basta con tener una varilla delgada y afilada, sumergirse al fondo y atravesarlos por la panza. La cubeta llena contiene alrededor de 800 o 1000 langostinos y según ellos venderlos a peso cada uno es un buen negocio. Pero estos manjares culinarios no son una presa tan dócil, se defienden y aprietan duro sus tenazas, al mayor le pinchó cerca del pulgar y al más pequeño le marcó la cara, aunque el decía que se había lastimado en el día pero sus hermanos lo delataron con sus risas.
El viaje ha sido maravilloso, el staff muy amable y trabajador. La primera sesión se terminó justo en el límite y fue muy agotadora. Cargaba los centurys en los hombros, a esas horas parece que han multiplicado su peso varias veces, sudaba bastante y tenía mucha sed. Ahí hay algo para ti, dijo Gudinni, una cerveza helada encima de las cajas. Cuesta ganarse el billete, vaya qué cuesta, le contesté.
Al terminar el segundo día, caminando rumbo a las camionetas para partir a México encontramos un columpio sobre el río, Ricardo, Hugo, Gudinni y yo jugamos largo rato, pero a Ricardo le ganó el impulso y se animó a entrar al río en ropa interior. No puede contener las ganas de sumergirme en tan hermoso río así que me columpie y me deje caer al río en boxers.
Ya en la carretera, mi celular sonó, era un mensaje de mi padre, nunca antes había recibido de él alguno y en ese momento caí en cuenta porque la vida que llevo me gusta tanto y me parece tan familiar. Mi padre por su trabajo tiene que viajar todo el año, conoce cada rincón de la república pero desde niño no vivo con él por eso no había reparado en la cantidad de viajes que realiza, esta vez me mando un mensaje desde Tampico. Es un tipo de vida que siempre conocí, vivir en la carretera, salir varios días por trabajo, el movimiento y los viajes.
Muchas veces me cuestiono si el camino que he elegido es el que quiero para el resto de mi vida, pero días como estos me hacen estar muy tranquilo y muy feliz de tener el trabajo que hago y bastante orgullos de contemplar el camino que he recorrido y el que falta. Cuando Chucho un novato, cuando Gudinni un poco mejor.
Eduardo Islas
P.S. Por primera vez en mi vida me picó una abeja una sensación nada placentera.